martes, 4 de agosto de 2015

El VEP, según mi madre.

El proyecto vacaciones en Paz es un proyecto de todos y entre todos. Y es ahí donde está su éxito.
Los niños aterrizan en un mundo totalmente nuevo para ellos, donde desconocen todo, cultura, idioma, familia y sobre todo quién será su familia. Mientras tanto, la familia biológica confiamos en nuestros pequeños embajadores, en nuestra educación durante mucho tiempo y en que nos representarán con dignidad y orgullo a familia y causa, y que allá donde vayan serán hijos del bien, haciendo bien a la familia que por su parte les acoge incondicionalmente, les presta su cariño, su casa y sobre todo su tiempo y dedicación, que me consta que lo hacen de la mejor manera posible.
Todos mis hijos, menos la pequeña, han tenido la suerte de participar en este proyecto a lo largo de su vida, unos más tiempo que otros, y las familias acogedoras por su parte siempre han respondiendo. Y se agradece.
Para esta experiencia los pequeños se preparan durante todo el año, mientras nosotros, los padres, durante mucho más tiempo. Es tiempo de volar, de crecer y conocer, de explorar, en definitiva de ir. Es su momento, es su oportunidad de vender su causa, de disfrutar y, sobre todo, de salir de los 50 grados de su rutina diaria y tener la posibilidad de disfrutar de un chequeo médico ya que los recursos de su día a día no lo permiten.
Como madre, he vivido esta experiencia mil veces, sé de las tantas veces que he ido a las 3 de la tarde cuando caía un sol de justicia, agarrando de la mano a mis hijos y aconsejándoles mientras les tiembla el pulso de los nervios, de la emoción y de cumplir con su responsabilidad, del “pórtate bien, y haz lo que debes” la frase que tantas veces he repetido y que tan bien tienen asimilada, o eso creo. También,  sé de las tantas veces que hemos recogido todo a última hora, comido rápido e ido corriendo porque ya era la hora de colocarse en la fila para coger el camión o el bus para irse; o de las tantísimas veces que con un trozo de melhfa he tapado una botella de agua para que conserve al menos esa temperatura y puedan tener agua hasta que lleguen a Tindouf y emprender su largo viaje.
También, sé de las veces que he esperado inquieta la llamada de mis hijos y saber así que han llegado bien, que la familia en la que delego mi papel de madre es la que le corresponde, cosa que tampoco pongo en duda, y la cantidad de veces que he esperado emocionada, tanto o más de cuando se van en la daira a altas horas de la mañana y ver como bajan mis hijos de aquel autobús, a veces con luces o sin ellas, pero la luz en ese momento es la sonrisa de mis hijos, tenerlos de vuelta es el éxito del proyecto.
Sin olvidar que desde aquí sólo me queda dar las gracias a todas esas madres que están cuidando de nuestros pequeños, desde aquí gracias por hacer de su verano un recuerdo inmejorable.
Palabras de mi madre.
Benda Lehbib Lebsir.
Imagen: Victor Jimenez.
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domingo, 2 de agosto de 2015

El Centro Robert F. Kennedy critica la situación de los derechos humanos en el Sáhara

Por  
Kerry Kennedy junto con el presidente marroquí del Consejo Nacional de Derechos Humanos, Driss El Yazami, en su visita a Rabat en 2012
Kerry Kennedy junto con el presidente marroquí del Consejo Nacional de Derechos Humanos, Driss El Yazami, en su visita a Rabat en 2012
El informe sobre el Sáhara Occidental deja claro que las autoridades marroquíes siguen cometiendo graves violaciones de derechos humanos contra la población saharaui que han sido documentadas y confirmadas por el propio Centro Robert F. Kennedy y organizaciones internacionales de derechos humanos. Durante el período que abarca el informe, el centro Robert F. Kennedy registró más de 70 casos. Se mencionan incidentes de abuso físico, tortura y muerte en prisión y muerte debido a explosiones de minas terrestres.
Los abusos también incluyen detenciones arbitrarias, restricciones al derecho a la libertad de reunión y expresión y a la libertad de movimiento. Muchos activistas de derechos humanos, que no son saharauis, también vieron limitados sus derechos de entrada y libertad de movimiento por parte de las autoridades marroquíes.
“La comunidad internacional no ha respondido adecuadamente a las continuas denuncias de violaciones graves de los derechos humanos que tienen lugar en el Sáhara Occidental. Estos abusos exigen la atención internacional y requieren una investigación seria”, dijo Kerry Kennedy. “La tortura en prisión, la negligencia médica hacia los presos enfermos, la disolución violenta de manifestaciones pacíficas, así como las restricciones a la entrada y viajes”, afirman, dentro del Sáhara no puede dejarse sin resolver.
A pesar de las denuncias de violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte de Marruecos contra los saharauis, durante el período de tiempo cubierto por este informe, (enero y junio de 2015), el Consejo de Seguridad de la ONU, una vez más, se negó a ampliar el mandato de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (Minurso) para incluir los derechos humanos. Así, la Minurso sigue siendo la única misión de paz de la ONU establecida desde 1978 que carece de tal mandato, y no existe un mecanismo internacional dedicada al seguimiento de los derechos humanos en el Sáhara Occidental.
“Sin una ampliación del mandato de la Minurso este año, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos debe hacer una visita de alto nivel al territorio e informar sobre los abusos que tienen lugar”, continuó Kerry Kennedy. “Y cuando visite el secretario general, Ban Ki-moon la región a finales de este año, la situación de los derechos humanos en el territorio tiene que estar en el centro de su agenda”.
En abril, los miembros del personal de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos quedaron atrapados durante horas en la casa de la saharaui Aminatou Haidar, cuando las fuerzas de seguridad marroquíes dispersaron por la fuerza a un grupo cercano de manifestantes pacíficos, algunos de los cuales buscaron refugio en la casa de Haidar mientras ella fue una reunión con el personal de la ONU. Sin inmutarse por la presencia personal de la ONU, las fuerzas de seguridad atacaron la casa, hiriendo a una persona y tirando una piedra hacia la ventana.
Sin embargo, uno de los peores eventos durante el período del informe fue el caso de Mohamed Lamin Haidala, un joven saharaui que fue atacado y apuñalado en el cuello por varios marroquíes. Después del ataque, fue detenido por la policía y se le niega el tratamiento médico adecuado, para finalmente morir más de una semana después como consecuencia de las heridas producidas y tras el traslado de El Aaiún a Agadir. Cuando murió, las autoridades de inmediato se adueñaron del cadáver, a pesar de las protestas de la familia.
Desde su muerte, los familiares fueron acosados por participar en una manifestación pidiendo explicaciones por su muerte. Su madre comenzó una huelga de hambre que se prolongó durante más de un mes, exigiendo una investigación sobre la muerte de su hijo, que las autoridades, hasta el momento, no han efectuado.
Paradójicamente, algunos medios españoles al servicio del Majzen marroquí afirmaron que la madre nunca se preocupó de su hijo y que éste era un delincuente queriendo justificar su asesinato, haciéndose eco de lo difundido por los Consulados marroquíes en España. Marruecos ha criticado siempre los informes del Centro Kennedy calificándolos de “parciales y exagerados”.
“Las violaciones de derechos humanos según los informes cometidos contra el pueblo saharaui constituyen violaciones del derecho internacional y de los derechos humanos”, dijo el director ejecutivo del centro Robert Kennedy para los Derechos Humanos, Santiago A. Canton.
“El derecho internacional no reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, sino como poder de facto” y recuerda a Marruecos que como estado firmante de la Convención contra la Tortura, y los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos, así como de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, debe garantizar “que se respeten los derechos humanos de las personas que viven en el Sáhara Occidental a lo dispuesto por la ley”.
Kerry Kennedy estuvo en 2011 y 2012 en los territorios ocupados y en los campamentos de Tinduf. Fue muy criticada entonces por los medios marroquíes su visita al territorio porque entonces dijo que había presenciado de forma directa durante su visita a El Aaiún, señales y marcas de brutales palizas llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad marroquíes contra ciudadanos saharauis. Recientemente ha escrito un artículo en el diario británico The Guardian informando de la situación en el Sáhara Occidental en el que señalaba que Marruecos “hizo un gran esfuerzo para influir en las Naciones Unidas para que se ignore la situación de los saharauis en las zonas ocupadas”.
“El Centro Robert F. Kennedy para la justicia y los derechos humanos fue
creado en 1968 por la familia y los amigos del senador estadounidense
tras su asesinato”
Fuente: http://periodistas-es.com/
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